jueves, 9 de diciembre de 2010

Más de la mitad de los atuneros vascos ha sufrido este año el acoso pirata en el Índico

 
Fuerzas militares de combate capturan a un grupo de piratas tras intentar asaltar un atunero. :: EL CORREO
 

Hasta la fecha se ha registrado una quincena de persecuciones con intercambio de disparos y al menos cinco avistamientos 09.12.2010
«Los marineros van a ganarse el pan, no a la guerra», dice la esposa de un arrantzale.La flota vasca que faena en el océano Índico ha hecho frente a un año «muy tenso», según reconoce a EL CORREO el capitán de un pesquero. A escasas tres semanas para dar carpetazo a la campaña de 2010, más de la mitad de los atuneros que navegan en las aguas más peligrosas del planeta ha sufrido, de una u otra manera, el acoso de los piratas somalíes. De los 25 buques que pescan en la zona, un total de quince -cinco más que en 2009- han sido asediados por las lanchas rápidas de los bandidos. Otros cinco corrieron mejor suerte al percatarse a tiempo de la presencia de naves sospechosas para poner agua de por medio.

En una situación de este tipo se vio envuelto el 'Felipe Ruano', perteneciente a la armadora bermeana Pevasa, el pasado 7 de octubre. Su tripulación se encontraba con la red echada y no podían escapar cuando avistaron un pesquero sospechoso que se aproximaba. «Se acercaron bastante, pero finalmente decidieron pasar de largo. Al lado teníamos al 'Artza' salvaguardándonos, aunque no hizo falta abrir fuego», relató uno de sus tripulantes.

Desde que las compañías armadoras embarcaron en noviembre del año pasado vigilantes de seguridad a bordo se han producido constantes intercambios de disparos. El primer barco que se vio obligado a abrir fuego contra los asaltantes fue el macicero 'Ortube Berria', del grupo Albacora. Este buque auxiliar, de menor porte que un atunero y, por tanto, más vulnerable, fue tiroteado desde dos esquifes por bandidos somalíes tan solo 12 días después de que se resolviera con éxito la liberación del 'Alakrana', que el año pasado permaneció secuestrado durante 47 angustiosos días.

Impacto de una granada

A partir de esa fecha, los episodios se han sucedido con el mismo guión: avistamiento, persecución, intercambio de disparos y toma de distancia con los captores hasta conseguir frustrar el ataque. La última intentona de abordaje tuvo como protagonista al 'Campolibre Alai' de Echebastar Fleet, el pasado día 22. Algunos atuneros, incluso, han sido acosados en más de una ocasión. El 'Albacan' es uno de ellos. El buque de Albacora, que recibió el impacto de una granada lanzada desde una lancha en marzo, también sufrió el asedio de los piratas somalíes el mes pasado.

Todos los ataques se han producido a más de 400 millas de las aguas internacionales de la costa de Somalia. Además de Albacora, con cinco atuneros atacados, otra de las compañías vascas que más ha sufrido el hostigamiento pirata ha sido Echebastar Fleet, propietaria del 'Alakrana', que ha tenido a cuatro de sus embarcaciones en el punto de mira. Pevasa, dueña del 'Playa de Bakio' -que permaneció secuestrado durante seis días en abril de 2008-, ha contabilizado tres ataques este año, mientras que Inpesca ha registrado dos y Atunsa uno.

Las tripulaciones de los atuneros vascos han manifestado en más de una ocasión que se encuentran «bien arropados» desde que las empresas decidieron embarcar vigilantes, pero el temor sigue latente. El número de agentes privados enrolados en cada barco varía dependiendo de las compañías y de la época del año. Durante los meses en los que no azota el monzón y los piratas aprovechan la mar en calma para perpetrar sus fechorías -de septiembre a diciembre y de febrero a mayo, aproximadamente- suelen embarcan cuatro profesionales por pesquero. «De junio a septiembre, que en el hemisferio sur hace peor tiempo, nos quedamos con tres. En los maciceros también van dos o tres, depende», explican desde una compañía.

Simulacros

Los turnos de vigilancia también varían de un buque a otro. En unos barcos se hacen guardias de hora y media o dos, mientras que en otros de cuatro, pero siempre coordinados con el patrón y el capitán. «Cuando se larga la red, todos están alerta y también hay marineros vigilando con los prismáticos porque tienen la vista mejor educada para percatarse de si se aproxima alguna nodriza o lancha», señaló Jon Soto, el próximo patrón del 'Alakrana', que sustituirá a Jesús Mari Iribar, recientemente jubilado.
Los marineros se han habituado a trabajar bajo la presencia de los guardias armados apostados en cubierta y se conocen al dedillo cómo tienen que actuar en caso de ataque. Los patrones de cada barco aprovechan las épocas de menor actividad para realizar simulacros. «En nuestro caso, hemos llevado a cabo dos simulaciones recientemente; una sin avisar y otra dando cuenta del mismo a los tripulantes porque entre ellos se encontraban a bordo dos personas que habían vivido el secuestro y para ellos hubiese supuesto un shock revivir aquella mala experiencia que sufrieron», destacó Soto.

Cada cierto tiempo, los agentes de seguridad también realizan pruebas de tiro para comprobar el buen estado del armamento. Una de esas operaciones consiste en lanzar al mar, atado a una cuerda, un pequeño bidón de plástico al que disparan una vez que se aleja y queda a un kilómetro de distancia del barco. Según el manual de acción para repeler los ataques, los escoltas 'invitarán' a los piratas a desistir en su actitud con el lanzamiento de ráfagas de disparos intimidatorios al aire. Solo podrán abrir fuego «cuando lleguen a la distancia eficaz de las ametralladoras, unos mil metros».

Además de cuando se encuentran en pleno lance de pesca -un trabajo que imposibilita realizar la maniobra de huida de manera inmediata en caso de ataque-, otro de los momentos que más temen los arrantzales que navegan en las aguas internacionales del Índico es la noche. Por eso, con el ocaso, los pesqueros quedan en la más plena oscuridad ya que, por precaución -y paradójicamente en contra de la norma internacional que obliga a los barcos a señalizar su posición mediante el encendido de las luces durante la navegación nocturna-, no pueden lucir ni una pequeña bombilla para no ser detectados. «Bajamos incluso la intensidad de la luz del radar y tapamos con cartones oscuros los portillos de todo el barco porque probamos con colocar sacos de basura pero siempre traspasa un poco de luz del interior. Por supuesto, nadie puede salir a cubierta por la noche», detalla Soto.

El repunte de la piratería, sobre todo durante el último trimestre del año, ha elevado la tensión entre las tripulaciones. «Este fenómeno ha provocado incluso la pérdida de la camaradería que ha existido siempre entre los barcos en alta mar porque hemos llegado a tal punto que desconfiamos los unos de los otros. Los petroleros, por ejemplo, cuando nos ven comienzan a hacer maniobras para escapar», subraya el patrón del 'Demiku', Gaizka Serna.

Embarcaciones a la deriva

Desde los pesqueros vascos aseguran que en ocasiones se han encontrado con embarcaciones pesqueras a la deriva, «seguramente de piratas que desaparecen en alta mar, bien sea porque les empujan las fuertes corrientes incluso hasta Tailandia o se quedan sin gasoil, sin víveres. Lo cierto es que el océano está plagado de esta gente», relata a este periódico otro capitán. El temor a sufrir un secuestro también ha causado bajas psicológicas entre los hombres. Algunas compañías han confesado empezar a tener «dificultades para completar las tripulaciones».

El caso 'Alakrana', sin duda, ha hecho mella. De los 36 tripulantes que vivieron el cautiverio en el barco todavía dos personas siguen bajo tratamiento y no han podido reincorporarse al trabajo mientras que otros dos optaron por quedarse en tierra y cambiar de ocupación. «Muchas veces son las propias familias las que les presionan para que se queden en casa porque temen que les ocurra lo peor», declaran desde otro grupo atunero de Bermeo.

«Ya no es solo que los ataquen, sino que a veces el barco en el que van se convierte en fragata y nuestros hombres en infantes de marina como le ha ocurrido este año al 'Erroxape', que tuvo que acudir a auxiliar a un mercante. Los marineros van a ganarse el pan, no a la guerra», se queja la esposa de un marinero vasco. Los vigilantes privados de los atuneros españoles ya han comenzado a recibir formación militar, tal y como anunció hace unos días la ministra de Defensa, Carme Chacón. La iniciativa tiene como objeto redoblar las medidas de seguridad ante el repunte de la piratería.

Durante la última reunión que la titular de Defensa mantuvo con representantes de las agrupaciones de atuneros ANABAC y OPAGAC informó a los armadores de que «se redoblarán los esfuerzos diplomáticos» para que el gobierno de Seychelles permita a los agentes de seguridad portar armas de mayor calibre, ya que en la actualidad solo pueden utilizar fusiles de asalto y ametralladoras ligeras. Chacón tiene previsto mantener un encuentro con el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, para abordar la necesidad de que se cree un Tribunal Internacional encargado de juzgar los crímenes de piratería.


fuente: http://www.elcorreo.com/