miércoles, 8 de diciembre de 2010

Escopetas policiales y militares (III)

La escopeta, pese a ser un arma clásica que no ha progresado como otras, cuenta no obstante con destacados ejemplos de evolución, a la vez que para ella también se han desarrollado nuevos cartuchos.
Texto: Juan Pablo Lasterra / Fotos: archivo autor, salvo indicadas
* Este artículo incluye 47 imágenes con sus correspondientes comentarios en la edición impresa del número 299.

Munición de baja letalidad y de uso especial


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En cuanto a los proyectiles “no letales” o “menos letales”, podemos decir que su variedad es tan amplía como los diversos cometidos a los que puede servir la escopeta que los dispara. Como proyectiles antidisturbios podemos mencionar los que se fragmentan al atravesar una puerta, pero dejan pasar una nube de gas CS por el agujero que crean. También encontramos postas del triple cero y balas de goma, que deben ser utilizadas a cierta distancia del blanco, pues de ser disparadas a bocajarro causan fácilmente la muerte o graves heridas.

El uso de postas de goma fue considerado por nuestra Policía Nacional como medio complementario a las pelotas del mismo material, aunque finalmente se descartó tal uso, pues los proyectiles podían causar lesiones irreparables en los ojos en caso de acertar en el rostro. Otra variante son los “bean bag”. Como su nombre inglés indica, son saquitos rellenos de postas. Al impactar en el cuerpo humano, la tela evita que la munición penetre en el cuerpo, pero al expandirse el saquito en el momento del impacto se transmite toda su energía cinética.

Paralelamente a estas nuevas municiones de letalidad reducida, los principales fabricantes de escopetas (como Remington o Benelli) o de complementos para las mismas (Scattergun, Ram Line…) han puesto en circulación versiones de sus modelos más populares cuyas partes principales cuentan con llamativos colores, usualmente el naranja. Estas escopetas tan sólo se diferencian de los modelos estándar en dicho color y deben ser utilizadas única y exclusivamente con cartuchos “no letales”. En algunos departamentos se utilizan también adhesivos de colores en la culata y en el cañón para diferenciar a primera vista los dos tipos de arma, aunque obviamente el primer sistema es el que menos equivocaciones puede ofrecer.

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Se fabrican también cartuchos especiales para romper de forma rápida cerrojos y bisagras de puertas durante los asaltos a edificios. Estos proyectiles suelen ser de plomo aglomerado, de zinc, de cobre, de polvo de hierro comprimido o de cerámica dental con mezcla de acero, y se desintegran completamente en el momento del impacto. Para su uso con la máxima seguridad y efectividad se recomienda utilizar un choke especial ventilado de unas tres pulgadas, que permite disparar “a cañón tocante” contra la puerta.

ste choke facilita la dispersión de los gases, elimina el riesgo que el cañón estalle por la presión de los mismos y reduce a la vez el retroceso, permitiendo también el uso posterior de otro tipo de munición. Antes de ser inventado, para mantener la distancia ideal con la puerta se colocaba en el extremo del cargador tubular una prolongación de plástico acabada en una base circular plana.
También existen proyectiles que al ser disparados imitan los resultados de las granadas de distracción conocidas popularmente como “flashbang”.

Un cartucho muy especial es el “Dragon’s Breath” estadounidense, que produce una gigantesca llamarada de 80 metros (de ahí el nombre de “aliento del dragón”) compuesta por metales incandescentes. Esta munición puede resultar útil para distraer la atención al inicio de una operación de liberación de rehenes, pues su efecto de auténtico lanzallamas restringe mucho sus aplicaciones policiales o militares. Los cartuchos pirotécnicos de iluminación también podrían ser utilizados para conseguir este efecto de distracción.

Para los entrenamientos existen municiones especiales frangibles, para evitar la sobrepenetración. Las de fogueo tienen también variedad de usos, dado que algunas unidades antidisturbios, como nuestra UIP las utilizan a modo de “advertencia” para dispersar una concentración antes de recurrir al uso de pelotas de goma o botes lacrimógenos. Las unidades de intervención que utilizan perros para la captura de delincuentes también suelen recurrir al uso de estas municiones para que los canes se acostumbren al ruido y fogonazo de los disparos de todo tipo de armas.

“Vistiendo” la escopeta


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El mercado ofrece hoy igual número de complementos para las escopetas que para otro tipo de armas ligeras, además de una larga serie de accesorios específicos. Hasta la venerable Winchester M1897 podría ser convertida con la aplicación de todos ellos en un arma de apariencia “a la última”. Pero no hace falta modificar completamente un arma estándar para que se adapte a distintas necesidades.

Los cambios más sencillos suelen ser la sustitución de las miras tradicionales por las “ghost ring” o por las de rifle, además de la adición de puntos de tritio para mejorar la adquisición del blanco en condiciones de baja luminosidad. Se está haciendo frecuente la protección de las miras con unos paneles de acero para evitar que puedan quedar dañadas o descentradas si el arma cae al suelo o sufre un fuerte golpe.

Una de las últimas tendencias, presente en modelos como el FN Police Tactical, es la de utilizar miras delanteras y traseras idénticas a las de los fusiles y carabinas de la serie M16; con ello los fabricantes buscan atraer la atención de agencias, sobre todo estadounidenses, acostumbradas a usar esta familia de armas, suponiendo que los agentes se encontrarán más cómodos utilizando el mismo tipo de miras.
Un segundo paso es el incremento de la capacidad del cargador tubular añadiendo a éste una extensión. Algunos fabricantes han ideado también cargadores de petaca y tambor para escopetas “tradicionales” de cargador tubular, aunque estos complementos no suelen ser considerados muy fiables, ya que el habitual “tubo” tiene una capacidad de almacenamiento consecuente, los cargadores podrían traer problemas de alimentación, además de precisar modificaciones en el arma para adaptarlos.

Al igual que sucedió primero con las armas largas y después con las pistolas, cada vez son más las escopetas que se fabrican de serie con raíles homogeneizados para acoplar linternas tácticas, punteros láser y visores. Sure-Fire dio un primer paso a finales de los 80 creando para la Remington 870 una corredera que permitía acoplar en su extremo una linterna, sistema ideado originalmente para los guardamanos de los subfusiles H&K MP5. Conforme el número de accesorios de este tipo se ha incrementado, se ha hecho necesario aplicar raíles para poder acoplar más complementos de ayuda al tiro. Por su morfología, la escopeta tradicional tiene poco espacio para fijarlos.

Los visores del tipo EOTech, Trijicon o Aimpoint se colocan sobre un raíl sobre el cajón de mecanismos. Como es lógico, los usuarios de escopetas como la Franchi SPAS 12 ó de las variantes de culata abatible sobre la caja de otros modelos (como Valtro PM5-M, Remington 870 o Hatsan Folding Stock), se verán obligados a llevar éstas completamente desplegadas para no chocar con la óptica.

Para añadir más de una linterna y puntero láser existen varias soluciones. La más corriente es la de añadir una anilla en el cargador tubular, en cuyos soportes se pueden fijar a su vez estos sistemas. Sure-Fire cuenta también con una empuñadura vertical delantera dotada de linterna, que sustituye la corredera horizontal original. Esto implica que los agentes deben adaptarse a esta nueva forma de accionar el arma, un tanto peculiar, sobretodo en aquellas escopetas que no disponen de pistolete.

Utilizar en la escopeta una linterna u otro elemento que funcione a base de baterías trae consigo un consumo notable de éstas. El fuerte retroceso a la hora de disparar cartuchos de bala, mucho mayor que en un fusil de asalto o en un subfusil, hace que la vida de las baterías se acorte de manera vertiginosa. Por ello, Sure-Fire ha creado una vaina específica para envolver baterías de 6 y 9 voltios. Con este sistema “a prueba de retrocesos”, las pilas no chocan entre ellas dado que el movimiento dentro de la linterna se ve amortiguado.

Complementos de todo tipo




El botón de seguridad estándar puede ser reemplazado también por otro sobredimensionado, lo que aporta la ventaja de su fácil localización y manipulación, por ejemplo en situaciones de estrés o de baja visibilidad. Algunos modelos ofrecen de serie esta característica, e incluso la opción de botones ambidiestros. Por ejemplo, en la Benelli M4 Super 90 este botón de seguridad puede ser colocado fácilmente a un lado u a otro del arma, según las preferencias del usuario.
Existen en el mercado correas tácticas ajustables que permiten pasar de llevar la escopeta en una posición cómoda y “no agresiva” a encararla rápidamente. Existen varias técnicas y cada fabricante suele aconsejar sobre éstas en sus catálogos o páginas web. En Estados Unidos son numerosas las escuelas que, del mismo modo, disponen de cursillos específicos sobre la “escopeta de combate”, en los que se analizan tanto técnicas como complementos, siendo la linterna el más apreciado.

La gama de culatas disponibles es también muy extensa: plegables, abatibles, retractiles, sintéticas fijas… Los propios fabricantes introducen en cada feria “novedades” de sus modelos más exitosos, que muchas veces consisten tan sólo en añadir una culata diferente a los mismos. Al igual que dijimos anteriormente refiriéndonos a las miras, una de las últimas tendencias del mercado estadounidense es el ofrecer la culata retráctil y el pistolete de la carabina M4 reglamentaria en reemplazo de las piezas originales. Lo mismo ocurre en Rusia, donde se oferta, cómo no podía ser menos, la culata del AK-100 y su pistolete. En los años 80, el notable fabricante de complementos para escopeta Choate Machine and Tool ofrecía también una réplica de la culata fija del FN FAL a la que se le había añadido un pistolete.
Los expertos recomiendan que si una escopeta debe “perder” longitud para hacer de ella un arma compacta, lo mejor es recortar el cañón antes que la culata, para que esta última pueda seguir ejerciendo su vital papel. Para aquellas agencias que decidan optar por culatas abatibles o por la ausencia total de este elemento se han fabricado pistoletes de muy diverso tipo. De una forma rápida, podríamos mencionar los creados por los propios fabricantes de las escopetas (que pueden ser anatómicos, como el Cruiser de la Mossberg 500, ó “lisos” como el de la Remington 870), los pistoletes que reproducen la empuñadura de un revólver (como los realizados por Pachmayr), o aquellos que siguen la silueta de los empleados por fusiles como el M16.

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Las cantoneras para reducir los efectos del retroceso, las bandas ventiladas sobre el cañón, los cañones con perforaciones en su extremo y los engarces para bayonetas son elementos que siguen en plena vigencia, aunque en nuestros días suelen ser ofrecidos tan sólo como opción extra para el modelo estándar. Los chokes disponibles suelen ser de agolletamiento cerrado, pretendiendo mejorar la precisión y el agrupamiento de las postas.

Se han llegado a diseñar silenciadores “universales” para escopeta. El de los franceses Stopson pesa 700 g y se compone de diferentes tabiques que permiten reconcentrar las postas. Pueden tirar también balas de tipo Brenneke, pero no municiones encapsuladas. La existencia de estos supresores tiene que ser considerada anecdótica en mi opinión, pues es difícil imaginar una situación táctica que requiera necesariamente el uso silencioso de tal arma.

Para almacenar la munición existen diversos tipos de posibilidades, desde los macutos, como el M1918 de la Primera Guerra Mundial -del que hablamos en el primer capítulo-, hasta las modernas cartucheras aplicables al chaleco, que permiten ordenar la munición por tipos. Algunas culatas, como la Speedstock de Mossberg o la Speedfeed de Remington, tienen un depósito integrado que permite almacenar hasta 4 cartuchos o llevan una funda elástica que tiene la misma función. Un complemento más práctico por la rapidez de acceso a los cartuchos es el “sidesaddle”, una cartuchera de plástico duro que colocada en el lado izquierdo del cajón de mecanismos, permite tener a mano de cuatro a seis disparos, posibilitando la elección y carga inmediata de un cartucho concreto si así lo pide la situación.

Los tubos de carga rápida para depósitos tubulares (speedloaders) contienen de 4 a 8 cartuchos. Su desventaja es que, en una situación de combate, una vez cargada el arma no hay tiempo para recoger los tubos tras su caída al suelo. También se necesita una funda especial para llevarlos cómodamente, debido a su longitud.

Como un accesorio “especial” podríamos considerar también aquellas escopetas fabricadas enteramente por firmas como ASP o Ring’s Manufacturing en poliuretano rojo o azul, replicas de modelos originales (generalmente las Remington 870 y las Benelli M3 Super 90). Lejos de lo que su apariencia “de juguete” podría señalar, son utilizadas para realizar entrenamientos de un modo absolutamente seguro, muy prácticas para aquellos ejercicios en los que no se deba disparar, sino repetir constantemente unos determinados movimientos. Permiten “hacerse” con el manejo del arma sabiendo que se pueden utilizar sin miedo a los golpes, a las inclemencias del tiempo y a los disparos accidentales.

Conclusiones


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¿Hay alguna diferencia entre las escopetas que usan los cuerpos policiales y las que sirven en unidades militares? Como hemos visto a lo largo de estos tres capítulos, la práctica mayoría de fabricantes no han establecido a priori tales diferencias a la hora de diseñarlas. Lo que sí podemos comprobar es que han sido las autoridades militares, especialmente las estadounidenses, las que han buscado con más ahínco el poder contar con una escopeta específicamente diseñada según sus criterios, aunque estos han estado muchas veces fuera de toda lógica, sobretodo en cuanto a las posibilidades de alcance de los proyectiles.

Tampoco podemos decir que los modelos accionados por corredera o aquellos semiautomáticos puedan ser utilizados más por unos estamentos que por otros. Los últimos proyectos aparecidos en el mercado no suponen más que retomar antiguos conceptos, aplicando materiales más ligeros y municiones más evolucionadas, pues parece ser que no queda mucho espacio para la sorpresa en el mundo de la escopeta táctica.

Las actuales imágenes que recibimos de Irak muestran a las claras que las Mossberg 500 y Remington 870 de corredera se siguen utilizando en igual cuantía que las semiautomáticas Benelli M4 Super 90; e incluso modelos que supuestamente deberían ser considerados como “prehistóricos”, como la Winchester 1200, siguen en plena vigencia, ya que no sólo son utilizados por unidades de segunda línea, como las de Ingenieros, sino que el Ministerio de Defensa Estadounidense las distribuye de modo gratuito entre las agencias de policía que así lo requieran, dentro de un programa de ayuda. Y es que la escopeta de corredera continúa ofreciendo un funcionamiento tan fiable, simple y eficaz como el de los revólveres. •

 
El momento de la verdad

En un caso ocurrido en diciembre de 2004 en Columbus (EE.UU.), un ex-Marine con paranoia esquizofrénica, descontento por la ruptura de un famoso grupo de rock duro, disparó en pleno concierto con una pistola Beretta 92FS contra el guitarrista y su nueva banda, matando al músico y a otras tres personas. El agente patrullero James Niggemeyer, que llegó primero a la sala y no contaba todavía con apoyo, se encontró con que el atacante había tomado un rehén por el cuello y lo retenía contra su pecho, apuntándole a la cabeza con la pistola.

Aproximándose a unos seis metros de ambos, el agente, que nunca antes había tenido que hacer uso de un arma durante sus casi seis años de servicio, apuntó cuidadosamente y disparó con su Remington 870 reglamentaria una sola bala contra la cabeza del asesino, la única parte al descubierto del mismo. El efecto fue tan terrible (ahorramos describirlo), que aunque el rehén salió ileso el policía sufrió perjuicios psicológicos durante una semana, aunque volvió a patrullar tras ser declarada su acción como “justificada para evitar otras muertes”.

“En las galerías, con un blanco de papel, hubiera sido un disparo cómodo. En esa situación estresante, cuando no tenía una segunda oportunidad, no fue un disparo tan fácil” declaró Niggemeyer.
De este caso también es interesante recalcar que la Remington 870 utilizada por el agente era exactamente el mismo modelo que él poseía a título particular para cazar los fines de semana, por lo que estaba perfectamente adiestrado en su uso. Niggemeyer recibió en 2005 el título de “Mejor Policía del Año” del departamento de Columbus.